2023 - 08 - Sudafrika, Parque Krueger

Cosas que hay que saber sobre África (no sobre Erlangen)

Este viaje, como muchos otros, empezó envuelto en caos desde el principio. Y todo porque hoy en día tienes que lidiar con inútiles por todas partes. El vuelo a París se retrasó casi una hora. Luego el eterno procedimiento de embarque hasta que por fin todo el mundo está a bordo. ¿Por qué no dejar embarcar primero a las filas de atrás? Así no hay nadie bloqueando el pasillo para los siguientes. Debido a todo esto, llegamos a París con otra hora de retraso, preguntándonos si llegaremos siquiera al vuelo de conexión a Johannesburgo. A correr por el aeropuerto hasta la puerta E-K30. Lo conseguimos en el último momento, pero, según descubrimos 11 horas más tarde y después de esperar 40 minutos en el carrusel de la cinta, ¡las maletas no! Fuimos al mostrador de Air France, donde nos aseguraron que nos mandarían las maletas en uno o dos días a nuestro alojamiento, el "Vista Rio Lodge", a casi 400 km de Johannesburgo.

Después fuimos a la oficina de alquiler de coches AVIS con el resto de nuestras pertenencias repartido en dos pequeñas mochilas para recoger el VW T-Cross con sistema de navegación incluido. Este último se averió nada más salir del aeropuerto, por lo que no pudimos meter ni la dirección para volver inmediatamente a la oficina de AVIS y reclamar. Circulando por la izquierda y perdidos en medio de ninguna parte. Tras unos cuantos kilómetros recorridos con desesperación a través de zonas industriales y descampados, nos vimos obligados a encender Google Maps en uno de nuestros teléfonos móviles, exactamente lo que habíamos querido evitar. Por lo menos, Google funcionaba. Poco después, nuestro proveedor español nos informó por SMS de que los gastos de itinerancia de unos 60 euros que habíamos prepagado para las cuatro semanas de vacaciones ya se habían consumido por completo en esas pocas horas.

Algo cansados después de unos 150 kilómetros, nos detuvimos en un área de servicio de la autopista, que pronto se convirtió en un pequeño safari. Un poco más abajo, había un gran estanque donde ñus, gacelas, cebras, búfalos e incluso cuatro rinocerontes saciaban su sed. Compramos para Paloma un jersey con capucha en la sección de ropa para protegerla del frío "invernal" que se preveía por las noches. Julio-agosto equivale a invierno en Sudáfrica. Alrededor de 23° durante el día, pero bajando a 10° por la noche.

Avanzando un poco más ya vislumbramos la frontera del enorme Parque Nacional de Krueger, de 300 km de largo. El paisaje se vuelve pintoresco; ríos, bosques y muchos pequeños picos montañosos a izquierda y derecha. Por último, encontramos nuestro alojamiento, muy bonito, situado a orillas de un río, el Río Cocodrilo, y, pronto, a las 17.30 cenamos en el restaurante del resort. Cocina americana comestible, filetes, costillas con salsa barbacoa, capaccio de gacela y caracoles gratinados.
Es mejor pedir el vino por botellas porque, por copas, te sirven vino mediocre, como en todas partes. La cerveza, de marca Windhoek, estaba bien. A las seis de la tarde se pone el sol, lo que hace que aquí la vida empiece a las siete de la mañana.

Más dificultades a primera hora de la mañana: El wifi funcionaba en nuestro alojamiento, pero no conectaba a internet. En un SPAR cercano había un café-bar "ILLY" con wifi operativa. El SPAR era un enorme supermercado de aspecto totalmente americano. ¡Todo muy barato y en abundancia! Queríamos comprobar el paradero de nuestras maletas mientras nos tomábamos dos capucchinos. La web de AIR FRANCE se negaba tozudamente a facilitarnos los datos. Además, me había quedado sin acceso a mis cuentas de correo electrónico. ¡Nada es fácil durante los primeros días que pasas en un país extranjero!

En lugar de usar los datos de la itinerancia del móvil, ya agotados, pensamos que también se podía cambiar la tarjeta del móvil por una local. Buena idea, pero eso también cambia el número de teléfono. ¿Y quién sabe cómo se cobrarán las llamadas desde España o Alemania? Lo descartamos.


El asunto de nuestras maletas y el sistema GPS era lo más importante en ese momento. En la recepción de nuestro alojamiento preguntamos dónde estaba la oficina AVIS más cercana. A unos 50 km, en "Mpumalanga", un pequeño aeropuerto con conexión al Parque Nacional Krueger. Sin escatimar distancias, fuimos allí con nuestro T-CROSS, al que nos estaba costando acostumbrarnos, sobre todo por que se conduce por la izquierda. Se "crossaba" demasiado a la izquierda, rozando a menudo en el bordillo. Pero es un "todoterreno" correcto, bastante pequeño. Siempre mejor que esos enormes todoterrenos en los que las madres cabeza hueca transportan a sus mocosos. Ésos deberían estar prohibidos ¡especialmente en la ciudad!

Un hombre negro, alto, delgado y extremadamente guapo atendió bien nuestra petición y nos consiguió un GPS Garmin para sustituir al anterior. Hay que tener en cuenta que la población sudafricana se compone de un 80% de negros, un 10% de indios y un 10% de blancos, descendientes de bóers fascistas, alemanes, holandeses e ingleses, a los que se identifica inmediatamente por sus ropas pasadas de moda. Todos los negros con los que hemos tenido contacto hasta ahora han sido extremadamente amables, divertidos, serviciales y francamente encantadores. Sólo su inglés, que les fue impuesto por los fascistas blancos como lengua nacional obligatoria, deja a menudo mucho que desear. A menudo utilizan un vocabulario con el que no estamos familiarizados. Pero con este hombre, bastante culto, la comunicación fue excelente. También nos aconsejó que acudiéramos a la única compañía aérea representada aquí, "ELLING", porque era a ellos a quienes se les confiaría el transporte de nuestras maletas perdidas, una información sumamente útil para nosotros.

La mujer del mostrador de AIRLINK (¡no "ELLING"!) no tardó en encontrar nuestras maletas basándose en los números de seguimiento y pudo asegurarnos que nos las traerían con el siguiente transporte y que llegarían a la oficina ese mismo día a las 5 de la tarde en avión desde Johannesburgo. El móvil marcaba las 14h. Paloma estaba muy aturdida por todo lo que había pasado. Decidí llevarla de vuelta a nuestro alojamiento, para enseguida tener que volverme a recoger las maletas. ¡Es lo que había! El hombre negro de AVIS nos comprobó la presión de los neumáticos, que el ordenador de a bordo del T-CROSS (coches hipermodernos) había indicado como demasiado baja. No me importó dejarle una propina de 200 rands (10 euros), ¡bastante dinero para un hombre negro de la zona!

Otra experiencia: en la autopista, sólo se puede pagar el peaje en efectivo, no con tarjeta de crédito. Sin embargo, nos dejaron pasar dos veces, una de ellas haciéndonos un gesto con el dedo que no entendimos. La tercera vez, sin embargo, la mujer del peaje quiso hacernos volver para cambiar dinero. Nos libramos de ello porque la conductora del coche que venía detrás tuvo la amabilidad de pagar por nosotros el peaje (1 euro aproximadamente) para evitar que tuviera que dar marcha atrás la cuarta vez, sin embargo, otra mujer del peaje nos explicó que había una pegatina "E-TAG" en nuestro parabrisas, que sólo teníamos que acercarnos a la barrera y se abriría. Un bonito dispositivo inalámbrico de cuya existencia, sin embargo, nadie de AVIS nos informó.


Primer día de vacaciones: desayuno consistente en huevos y bacon, mango, piña y naranjas recién cortados, café apenas bebible, con crema y azúcar, tostadas blancas e integrales.

"¡Ey, hola!": ¡Un pequeño cocodrilo tomando el sol en la orilla del pequeño estanque del resort y un hipopótamo adulto pastando junto al río! Aquí no sólo se ven animales salvajes en el parque, también en otros lugares.





Luego dimos el primer paseo con el T-Cross hasta el parque Krueger. Nos registramos, pagamos, (todo es muy barato en este país) y salimos a la pista de asfalto: velocidad máxima 50km. Primero un grupo de las habituales gacelas, antílopes o impalas gráciles y esbeltos a la derecha y, un poco más adelante, a la izquierda, un grupo de cinco coches blancos aparcados al borde de la carretera. Eso sólo significa una cosa: ¡que alguien ha visto algo por aquí! Y BOOM: Tres elefantes adultos y uno pequeño, en libertad. ¡Eso sí que es algo! Continuó con un grupo de tres cebras, luego desde un puente unas aves grandes como grullas junto al río, y de nuevo coches aparcados: ¡hienas al borde de la carretera! Son un poco repelentes, con el culo caído hacía atrás, pero ojo, ¡también son máquinas de matar!



El día siguiente queríamos seguir conociendo el parque, así que reservamos una excursión matinal de safari, a las... ¡5:30 de la mañana! Te cuesta salir de la cama, fuera hace un frío que pela y está totalmente oscuro. Después, a la puerta de Krueger nos subimos junto con otras 15 personas, a un autobús abierto de safari. Afortunadamente, nos dieron mantas de lana. A los 5 minutos de comenzar la excursión, un elefante apareció ante los faros. Pero luego, durante mucho tiempo, NADA. Pronto te das cuenta de que el autobús del safari no te lleva a ningún sitio al que no hubieras podido ir en tu propio coche saliendo una hora mas tarde, que es cuando amanece. Así son las excursiones reservadas. Si no son excursiones en barco, casi nunca merecen la pena. 

6h 10h, el sol se desliza lentamente por encima de los picos de las montañas, por fin es de día y sube ligeramente la temperatura. Y poco después, cinco coches blancos se detienen a ambos lados del camino. Entre ellos, un poderoso león se lanza de un lado a otro. ¡Impresionante! Claro, uno se pregunta por qué un león tan salvaje que merodear por una carretera rural. Pues porque las que cazan los impalas, etc., son las leonas. Por supuesto, como con todos los demás animales, ¡hicimos varias fotos para documentarlo!

Más tarde, en una carretera sin asfaltar, vimos primero jabalíes verrugosos, luego impalas de nuevo, dos buitres y, por último pero no menos importante, un leopardo relativamente lejano, observado por doce coches desde la cuneta. Si alguna vez se adentra en el parque desde Malelane en su propio coche de alquiler, le aconsejo que tome el siguiente camino a la derecha después del puente con la barandilla pintada de verde. Ahí es donde había más para ver.



Cambiando un poco de tema, una pareja de la nobleza española, los Marquesese de Griñón (Tamara Falcó y su marido), pasaron recientemente aquí su luna de miel en un alojamiento privado, en medio del Parque Krueger. El coste de esto son unos 3.000 euros la noche, que pudieron pagar sin problema porque la revista "Hola", la mayor revista española del corazón, les pagó un millón de euros por la exclusiva de la boda. El marido rodó un montón de videos aquí en el parque, que luego publicaron con fines publicitarios. En uno de ellos, la tonta de la marquesa insiste en llevar ropa de abrigo e informa con entusiasmo y voz chillona de que un hipopótamo acaba de pasar por delante de su lujoso alojamiento. Su marido la corrige: "No, querida, ¡era un rinoceronte!"

 


Por cierto, sobre el título de este artículo, había una famosa canción de un grupo alemán, titulada: Cosas que hay que saber sobre Erlangen
(Wissenswertes über Erlangen).